Gabriel Omar Batistuta, hijo de Gloria y Osmar, hermano mayor de tres mujeres, nació el 1° de febrero de 1969 en Avellaneda, a 5 kilómetros de Reconquista, Santa Fe. Egresado de una escuela técnica, era buen alumno. Había algo en lo que no quería imitar a su padre: levantarse temprano para trabajar en el campo. Por eso, a raíz de sus conocimientos, soñaba con ser mecánico y tener su propio taller.
Lo tenía decidido, pero el destino le cambió la vida. La Selección Argentina juvenil jugó un amistoso en su pueblo, por eso Reconquista armó un equipo en el que contó con Bati: el pibe anotó los dos tantos del 2 a 1. Jorge Griffa lo vio, le llamó la atención y lo sedujo para llevárselo a Newell´s. Gabriel aceptó únicamente porque veía en el fútbol una posibilidad laboral.
Jugó en la Lepra de Marcelo Bielsa entre 1988 y 1989. El Loco le enseñó a entrenar, le imprimió el sello del profesionalismo. Luego pasó a River -campeón en 1990-, pero Daniel Passarella lo relegó y el goleador se fue a Boca, club del que es hincha. Allí le fue un poco mejor y dio el gran salto: lo compró Fiorentina, de Italia.
En la Viola la rompió toda: ganó el torneo de la Serie B 1994; Copa y Supercopa de Italia 1996; anotó 207 tantos en 333 partidos, siendo un histórico emblema. Después pasó a Roma, donde fue campeón de la Serie A y de la Supercopa de Italia, recibiendo el eterno cariño de los hinchas. Tras un breve paso por Inter, cerró su carrera en Al-Arabi, de Qatar.
Más allá de todos estos números, Gabriel Batistuta alcanzó algo difícil de conseguir: es ídolo de la Selección Argentina. El Rey León tuvo su estreno el 27 de junio de 1991 y 11 días después estaba debutando en la Copa América -con un grito de gol, claro-. Fue campeón y goleador de ese torneo -seis tantos en igual cantidad de partidos-. Al año siguiente se quedó con las Copas Kirin -sumó dos dianas- y la Confederaciones -máximo artillero con dos tantos-. También levantó la Copa América 1993 -gritó tres veces; dos de ellas en la final ante México-. Es el último título de la Selección Argentina Mayor.
Bati jugó tres Mundiales: Estados Unidos 1994 -cuatro goles en cuatro partidos-; Francia 1998 -cinco tantos en cinco encuentros; y Corea-Japón 2002 -un grito en tres juegos-. Además, por eliminatorias sumó siete anotaciones en 17 cotejos.
Los números definitivos del Batigol con la camiseta albiceleste: 56 goles en 72 partidos. Una locura. Fue el máximo artillero histórico hasta que Lionel Messi batió su marca: “¿Si me jodió que Messi me sacara el récord? Un poco, sí. Bastante. Era un título que yo tenía, no es cualquier cosa. Vas por el mundo y dicen ‘Es el máximo goleador de la Selección argentina’. La ventaja que tengo es que vengo después del extraterrestre”.
Tras el retiro en 2005, Gabriel se fue con Irina -su esposa desde 1990- y sus cuatro hijos –Thiago, Lucas, Joaquín y Shamel– a vivir a Perth, “el lugar con mejor calidad de vida”. Su niño menor un día le preguntó: “Papá, ¿vos hiciste algún gol? ¿Algunos de penal y otros de tiro libre, no?”. Claro, es que el santafesino no tenía expuestos en su casa fotos, trofeos ni recuerdos de su etapa como jugador.
Son 632 partidos y 356 goles los que registra Batistuta, que hoy, a los 50 años, lleva una vida de campo: usa de manera activa las redes sociales, hace asados, pasea en auto por las rutas argentinas, le apasiona el golf y participa de los grandes eventos del fútbol mundial.