Turco García, el crack que fue cartonero y salió de la droga, sueña con un Racing campeón

Referente de la Academia y de Huracán, trabaja en el predio Tita Mattiussi. Nos mostró su lado más íntimo, habló de su infancia, fútbol, adicciones y contó anécdotas.

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Por Martín Mena (@martinnmena)

Claudio Omar García brilló en el fútbol argentino y, por su carisma, es uno de los personajes más queridos por los hinchas de todos los clubes. Identificado con Huracán, club de su debut, también es referente de Racing y por eso el Turco es palabra autorizada para referirse al conjunto de Eduardo Coudet.

-¿Cómo ves al equipo en la recta final del campeonato?

-Bien, yo creo que Racing está bien. Hace rato que viene puntero y sigue manteniendo la punta, por más que muchos digan que está perdiendo puntos y que Defensa y Justicia está cerca.

-¿Creés que van a salir campeones?

-Está todo dado para que eso suceda. Hay un plantel bárbaro, largo. El que entra desde el banco también rinde.

-Enfrentar justo a tu perseguidor, que es un gran equipo, puede generar mayores presiones. ¿Qué pensás que puede pasar si el título se define en la última fecha?

-El mejor rival que puede tener Racing es Defensa, porque también se va a jugar el campeonato y no puede especular, van a ir al Cilindro a jugársela y pueden dejar espacios.

-¿Cómo considerás que Coudet reemplazó a Centurión? ¿Le afectó no tenerlo después de lo que pasó?

No puedo hablar de Centurión. Estoy trabajando en el club y no me corresponde.

-¿Cuáles son los pilares fundamentales de la Academia?

-El pilar es el equipo completo. Racing tiene la columna vertebral perfecta. El arquero pasa un momento extraordinario. Los centrales también. En el medio tiene al chileno, que sabe cuándo dar un pase y cuándo no. Y bueno, tiene a Licha, a Zaracho.

-Teniendo en cuenta la edad y su relación con Racing, ¿cómo analizás la actualidad de Licha?

-Es fantástica. Está haciendo un esfuerzo grandísimo porque quiere salir campeón en el club. Vino para eso y, hoy por hoy, sabe que como capitán y referente tiene la obligación de llevar este proyecto hacia adelante.

-Haceme una comparación entre el Racing de hoy y el Racing que conociste en la década del 90.

-Cuando estaba yo era todo muy difícil, las concentraciones… Hace 10 o 12 años que el club va creciendo día a día. Hoy tiene a una comisión directiva que vive para Racing, que no vive del club. El predio Tita está cada vez mejor. Estoy ahí todos los días por la captación y sé de qué se trata. A los chicos les dan comida, apoyo escolar, colegio. El club vendió mucho y sigue sacando chicos.

-¿Cuál es la clave del trabajo que realizan en inferiores?

-Que con los técnicos convencemos a los chicos de que tienen que estar capacitados para llegar a Primera o jugar en la Primera de algún club. En los últimos años, Racing está entre los cuatro o cinco primeros y con jóvenes de abajo que llegan y rinden.

-¿Cómo compararías tu infancia con la de los chicos que tenés en inferiores? ¿Se parecen en algo?

-Algunos casos sí se parecen. Pero ojo, las cosas cambiaron. Cuando vienen de lejos les dan un lugar para vivir, les dan el desayuno, las vitaminas necesarias cuando termina el entrenamiento. Comen lo mismo que los de la Primera. Mi caso y el de varios chicos son parecidos o iguales, la diferencia es que ahora se hace algo para mejorar las situaciones.

-¿Qué te hubiese gustado tener de diferente en tus comienzos?

-Y… todo se dio como se tenía que dar. Era otra época. Antes no había tantos representantes, ahora uno agarra a los chicos a los 10 o 12 años. Mi viejo trabajaba horas extra para comprarme botines, ahora se los dan los representantes. Eso sí me habría gustado tener. Y ojo que mi viejo hizo de todo para que no me falte nada.

El Turco García nació en Villa Fiorito, hace 55 años. Era vecino de Diego Maradona –aunque allí no se conocieron-. Su niñez y adolescencia fueron duras. El dinero no sobraba; de hecho, no alcanzaba. Salió a trabajar siendo muy chico y creció rodeado de tentaciones de las malas. Pero heredó buenos valores de sus padres.

-¿Cómo recordás tus primeros años en los monoblocks?

-Era jodido en Lugano. Había pica entre las tiras. Nos matábamos a palos, por un partido o por una minita. Pero en esa época no había balazos como ahora, como mucho algún facazo, je.

-Recordame tus primeros trabajos.

-Mi primer laburo fue en una carnicería. Íbamos a las cuatro de la mañana, llevaba unos bolsos con grasa a la fábrica de Jabón Federal, donde hacían el jabón. Después fui cartonero, iba a buscar 25 o 30 kilos a las empresas. Y tuve muchos laburos de pocas semanas.

-¿Cómo es el trato con los chicos, teniendo en cuenta tu experiencia de vida?

-Les hablo mucho de todo, también de la droga. Siempre digo que lo importante es que estudien. Por ahí me preguntan si hablar bien o saber de matemáticas los va a hacer tirar un centro mejor. Y les explico que no, pero que tener ciertos conocimientos y haber ido al colegio te ayuda a resolver mejor ciertas situaciones y a convivir con los que están en una cancha con vos, así como también dentro del club, en el día a día. Y ni hablar de que les va a servir para manejarse ante las tentaciones.

-¿Vos terminaste el colegio?

-Me ayudaron. Me costaba dividir, no podía pasar matemáticas de séptimo grado. En la última chance hice una bien de seis, y encima me había copiado. Le supliqué a la maestra que me diera el boletín así mi mamá no me jodía más. Después no seguí el secundario.

Muchos futbolistas entran en un pozo depresivo luego de retirarse. Algunos eligen seguir ligados a la actividad, otros prefieren dedicarse a asuntos absolutamente diferentes, pero algunos caen en dudas y problemas. El Turco se hizo adicto a la cocaína, la dejó y, en diálogo con el sitio de entrevistas Humanizados, contó cómo fue el paso a paso hasta escaparse del peor momento de su vida.

-¿Cómo comenzó tu adicción a la droga?

-Por curiosidad. También un poco por aburrimiento y porque no me dieron laburo en el fútbol apenas lo dejé. Estaba con un amigo en mi casa y probé. Era grande, pero es una enfermedad. Querés dejar y no podés. Necesitás ayuda.

-¿Cuándo hiciste el clic? ¿Cuál fue el momento en el que dijiste, “hasta acá llegué, necesito ayuda”?

-Un día me filmé y ahí me di cuenta de que estaba enfermo. Cuando te avivás de que estás enfermo no es tarde, es el primer paso para salir.

-¿Y cómo empezaste el camino de salida?

-Fui con José Menna. Un día salimos a las cuatro de la mañana hacia Villa María para hacerme el láser con el Dr. Custo. Igual cuando me lo propuso le dije que no quería saber nada porque pensé que no había salida. Estaba esperando morirme. Pero bueno, fui, lo hice pensando en alargar un poquito la vida. Me hicieron el láser y a las dos horas dije, “chau, no tomo nunca más”.

-¿Cuánto hace que no tomás?

-El 11 de febrero de 2008 fue la última vez. No tomé nunca más ni tuve recaídas. Y estoy feliz de la vida.

-Muchos de los que fueron adictos dicen que es una lucha permanente. ¿Te pasa? ¿Es así?

-No, para nada. No es ninguna lucha. La única lucha es tomar la decisión de salir, pero después no tomás más. Hoy estoy disfrutando, no luchando ni peleando. El que dice eso es porque no salió.

-¿Fue clave irte a Venado Tuerto? Digo, una ciudad más chica, tal vez con menos tentaciones.

-Ja, allá tomé más que acá. Descubrí que entregaban la cocaína por delivery. Fue clave y me salvó la vida conocer a José (Menna).

-Hablame de José Menna.

-Lo conocí en un club que se llama Talleres allá en Venado Tuerto. Hizo de árbitro en un partido y lo jodía para que cobrara bien. Cobraba todo para mí porque era de Racing. Después me ayudó en el club y cuando vio que estaba mal me llevó a una charla sobre las drogas. Es como un padre para mí. Él tuvo un hijo que murió de cáncer. A él eso no le dio odio, al contrario, le dio por ayudar. Ayudó a más de 90 personas que eran adictas. Es un tipazo el viejo.

-¿Qué aprendiste de la cocaína?

-Es como un impermeable. Te tapa de la lluvia, pero se te ve la ropa. El adicto toma porque nace el hijo, porque se le muere el abuelo, porque sale el sol. Siempre tiene una excusa para tomar. Está bien, salís un rato del problema, pero después tenés dos: ese que no resolviste y el del consumo.

-Antes de tocar fondo en el momento en el que te filmaste, ¿qué fue lo que más te conmovió del día a día, por lo que dijiste “basta”?

-Se me caían los dientes, estaba ojeroso. Me alejé de mi círculo íntimo, de mi familia. Ojo, la gente dice que los demás se alejan, pero es uno el que se va. Cuando me juntaba con alguien, iba al baño a drogarme, volvía, iba de nuevo, volvía. Y nunca me enganchaba en una conversación.

-¿Cuánto saben tus hijos de todo esto?

-Todo. Les conté todo. No me cuestionan nada y por suerte no consumen. Yo les digo que soy un ejemplo: hagan todo al revés de lo que hice yo.

-¿Qué opinás sobre la marihuana?

-¿Cuando dicen que el porro es sano? Ja. Es una mentira total. Tiene los mismos componentes que la cocaína. Es el primer paso hacia la merca. Pasa que ahora informan mal sobre estas cosas. Antes fumaba sólo el que juntaba basura o vivía en la calle, ahora también ves a alguien que va de traje y corbata y tu pibe por ahí piensa que eso está bien.

-Hablame de tu fundación.

-Estamos en Río Cuarto y la estamos trayendo acá también. Trabajamos con el Dr. Sarquís. Le damos información a los chicos y a los grandes. Viajamos al interior, damos charlas. Tenemos un equipo bárbaro, voy con mi psiquiatra. Les contamos qué hace cada una de las drogas y lo más lindo es el debate con la gente, porque les relatamos nuestras historias.

-La última: ¿te arrepentís de algo en la vida?

-No, de nada. Gracias a mi adicción pude colaborar para que muchos salgan de la droga. Con la fundación ya salvamos a 120 chicos y todavía queda trabajo por hacer.

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