Aunque la gran mayoría de los argentinos aseguran que la cuarentena obligatoria no hace otra cosa que poner palos en la rueda si estabas conociendo a alguien, Graciela Alfano demostró que es posible ser flechada durante el aislamiento dictado por el gobierno.
Según contó la actriz en diálogo con Hay que ver (El nueve), todo sería gracias a su perro Berni, quien salió a ladrar al balcón y terminó siendo la razón del encuentro con el susodicho: “Esto podría ser una película y llamarse la cuarentena del amor. Estaba en chancletas como cualquier señora, porque de diva trabajo. Pero cuando estoy en casa me visto como cualquiera”.
“Yo salí enchancletada, horrible y de repente encontré un señor flaco, alto, canoso, impecable, pantalón blanco, camisa celeste…Dije: ‘¡Tierra tragame!’. Y me fui para atrás de inmediato. Entré al baño, busqué los maquillajes que por la cuarentena estaba tirados en cualquier lado y me maquillé rápido. Salí de nuevo haciéndome la diosa y ahí sí medio lo beboteé y le dije: ‘Hola, disculpame pero mi perro no es mala onda’. Y empezamos a hablar”, relató la ex vedette.
Por supuesto, Graciela aprovechó su oportunidad para indagar sobre la vida del vecino que la había conquistado:“Le pregunté si tenía familia. Mirá si estaba la mujer ahí adentro y me saca de un cascotazo. ¡O querían hacer un trío! Me dijo que estaba solo. Yo me quise hacer la canchera y le ofrecí que si necesitaba algo rico yo se lo preparaba y se lo pasaba por el balcón. Pero soy un mamarracho con la cocina. Debo ser la única que adelgazó en la cuarentena, porque no sé cocinar nada. No sé condimentar y me queda todo mal”.
Tras descubrir que el candidato estaba disponible, la blonda continuó dándole charla y, según aseguró, hace varios días que siguen con la misma rutina: “Yo espero que mi perrito empiece a ladrar: ahí me doy cuenta que está él y salgo. Igual, ya nos pasamos los contactos de WhatsApp y hacemos videoconferencias. Por supuesto acondiciono mi habitación con todos los almohadones más lindos que tengo y me pongo el deshabillé sensual que nunca usé”.
Aunque este hecho está siendo sumamente positivo para Graciela, agregó que había un solo miedo que le impedía mandarle a su tortolito fotos más subidas de tono: “Mi problema es que tengo miedo que me hackeen el teléfono si quiero mandar algo un poco más erótico y que me escrachen en todos los portales. Así que por ahora mandé cosas insinuantes, más que lo que mostré”.