En una mañana fresca, donde la escarcha cubría los caminos de Entre Ríos, Milton Pino se subió al auto para conocer a una de las leyendas de la provincia, Luis “la Garza” Gómez. Un gaucho con todas las letras que vive solo en su rancho en medio del campo.
La Garza sale a saludar con entusiasmo. Sus 70 años no le borraron la sonrisa fresca ni el brillo de la mirada. En la puerta de su humilde rancho, el gaucho parece una postal antigua, como si el tiempo se hubiera detenido en su campo.
Rodeado de sus perros seguidores y tranquilos, Gómez recibe al invitado como indica la tradición: ofreciendo unos buenos mates. Para ello, se acercan al galpón donde el anfitrión tiene las brasas encendidas y la pava lista para comenzar la charla.
A pesar de haberse lastimado la mano con un alambrado, el gaucho no duda en agarrar la guitarra e improvisar unos versos en honor a su invitado. Entre mate y mate, se escucha la música y la voz grave de la Garza. Desde hace 30 años, Gómez vive en el paraje donde tiene sus gallinas, sus chanchos y sus ovejas. En otra edificación, tan antigua como su rancho, funciona su pequeño boliche donde ofrece bebidas a los parroquianos.
Como buen anfitrión, Gómez se sube a su caballo para ir a buscar leña y preparar un buen guiso de gallina. Al calor de las brasas, en ese mediodía helado de otoño, el gaucho se prepara para contar su vida.