En la historia de la humanidad, el planteo de la maternidad y la paternidad siempre estuvo separada por una grieta: el concepto de que la mujer es la encargada de concebir y criar a un hijo más que el hombre, aún sigue siendo un tema de discusión social e, incluso, religiosa. Además, se suma el tradicionalismo que existe respecto del “momento de la creación”, basado en el clásico binomio de la heteronormativa.
No obstante, los tiempos de hoy plantean otro tipo de concepciones y crianzas, rompiendo con estas estructuras milenarias y, con el avance de la ciencia, cada persona puede considerar una planificación en solitario. Pero, también, en caso de no querer hacerlo solo, existe la posibilidad de que un cuerpo gestante opte por el proceso de la fertilidad in vitro, por el proyecto en conjunto con un ser muy querido pero que no llega a ser un amante.
Asi es el caso de Ingrid Grudke, quien decidió a los 48 años, no ser madre pero darle la oportunidad a su pareja de ser padre con otra mujer, a través de métodos que permitan la inseminación artificial. Este tema desató una discusión tremenda y despertó cierto interés en otros.