Pablo Escobar celebró su cumpleaños con su madre en la casa donde estaba escondido y ya presentía que sería el último; dudaba de absolutamente todo y tenía malestares estomacales. Pablo solo quería hablar con sus hijos, a quienes habían recluido en un hotel junto a su esposa para custodiarlos e intervinieron las comunicaciones.
Escobar llamó a su hijo Emilio y en ese momento los funcionarios del operativo para atraparlo pudieron detectar la ubicación del líder del cartel de Medellín. Inmediatamente, un grupo de militares armados entraron a la guarida, mataron a los secuaces que lo protegían en el lugar y luego fueron tras él. Pablo intentó huir por el techo de la casa pero le dispararon y cayó.
EL gobierno colombiano celebró la muerte del implacable y poderoso delincuente como un logro para la paz y la justicia del país.