Griselda Blanco debe enfrentar al juez Thomas Miller en busca de una petición de misericordia que impida su ejecución en la silla eléctrica.
Sin esperarlo, La Viuda Negra recibe en su celda la visita de un sacerdote, quien a pesar de la resistencia de los custodios, logra quedarse a solas con la prisionera para hacerla arrepentirse de sus pecados.
Finalmente, Griselda escucha el plan del supuesto sacerdote, quien le deja una nota con instrucciones precisas de que debe comerse esa nota que contiene un fármaco que la hará pasar por muerta.