El negocio de Griselda Blanco está encaminado en Nueva York pero necesita marcar su territorio y demostrarles a sus competidores que está tomando las calles para la distribución de su droga. En este sentido, mandó a sus secuaces, quienes la apodaron “madrina”, a darles un contundente un mensaje.
Griselda también es una mujer apasionada y concretó su relación con su ya consagrado amante, a quien conoció en Ecuador; se casaron en Nueva York y festejaron felices.