Bicho Gómez: “La madre naturaleza no me dio una cara para que me digan Brad Pitt”

El humorista conversó con Luis Rubio en Pares de Comedia. Durante la charla contó divertidas anécdotas sobre su vida en el circo y explicó el porqué de su sobrenombre.

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El “Bicho Gómez” o Marcos Gómez, tal su nombre real, se crió en un circo y es cuarta generación de familia circense. Si bien reconoce que “la madre naturaleza no me dio una cara para que me digan Brad Pitt”, el apodo viene de una vieja costumbre de los artistas ambulantes.

“Es muy común que en el circo te pongan un sobrenombre”, cuenta el humorista. “Tenemos la chiquita, titina, el chinche y a mí me tocó bicho”. Además, agrega el invitado, Marcos es un nombre habitual en su familia. Su abuelo y otros integrantes del clan se llamaban de esa manera y por eso necesitaban un nick para distinguirlo. 

Gomez recuerda con mucho cariño su época en la carpa y es el día de hoy que sigue participando de algunas funciones. “Hoy me gusta hacer circo porque voy a disfrutarlo. Antes lo disfrutaba pero hoy no es una obligación. Me conecto con mi familia, con gente que conocí de chico y me gusta llevar a mis hijos”. 

Cuando hace funciones suele realizar la rutina del payaso porque “me gusta conectarme con la gente y ser participativo”. El creador del mariachi loco señala que el público “siempre se conecta más con el clown” y agrega que “si no fuera por el payaso estaría solterisimo”.

Al haber sido un niño criado entre carromatos y carpas, sus juegos de infancia eran bastante particulares. “En verano nos bañamos en la pileta del hipopótamo” cuenta con total naturalidad como quien dice “me iba al club”. La jaula del animal tiene dos partes, mitad terreno y mitad pileta. Cuando el hipopótamo salía del agua, uno se quedaba de campana y los demás aprovechaban para darse un chapuzón. Cuando escuchaban “ahí viene el hipopótamo salíamos todos rajando” cuenta divertido.

El artista recordó con mucho cariño a su tío Bebesito, el domador de leones que tenía a una de estas fieras como mascota en el fondo de su casa. “Era el tío preferido de la familia, se destacaba por los demás” cuenta Gómez. Una vez, comenta el invitado, llegó al circo y se metió con un león que no conocía. Ante el rugido fenomenal del animal, Bebesito puso las cosas claras y lo mandó a callar. Al minuto, la bestia estaba haciendo todo lo que le pedía su nuevo domador. 

 

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