La introducción del programa de Luis Rubio comenzó preguntándose cuál es el límite del humor. En estos tiempos donde hay más respeto por las singularidades y diversidades, los chistes tuvieron que adaptarse al nuevo escenario porque el hecho de “reírse del otro” dejó de causar gracia.
Una de las respuestas más acertadas a esta pregunta la brindó Malena Guinzburg que, con mucho criterio, señaló que “si el chiste es bueno podes hacer humor con lo que quieras, pero tiene que ser bueno”. Luego llegó el turno de recibir a Lucas Lauriente, cómico que tiene el orgullo de haber llenado un Luna Park con un show de stand up. El espectáculo que realiza junto con Luciano Mellera es un clásico dentro del rubro.
Con respecto al humor que hace en los escenarios, Lauriente contó cómo fue cambiando la temática y el público. “Al principio teníamos un público más joven. Yo crecí y el público también. Tenemos muchas señoras en el teatro” afirma. Pero el cambio también se dio en los contenidos. “La temática fue evolucionando. Mi humor es muy autorreferencial porque tengo un ego grande como una mansión y fue cambiando como fui cambiando yo” agrega.
Al hablar de mansiones, el humorista recordó una anécdota sobre un ejecutivo de una conocida marca de adelgazantes que lo contrató para que animara su reunión. “Era uno de esos lugares que por fuera son feos a propósito -recuerda – y por dentro era un edificio de lujo. El invitado contó que la mansión tenía un pool blanco y que él tenía que hacer reír a las mujeres invitadas la medida justa. Si las hacía reír poco o demasiado, el anfitrión se lo recriminaba con su cara de pocos amigos.
Mira la entrevista y enterate cómo terminó la anécdota: