Michel Onfray, de 63 años, cuenta con una amplia trayectoria en el mundo de la filosofía. Con unas 100 obras publicadas, el filósofo se reconoce un “nietzscheano iconoclasta”, hedonista y ateo. Hijo de un obrero y de una empleada doméstica, el fundador de la Universidad Popular de Caen, explica su vínculo con el movimiento obrero. “Cuando experimentas el sufrimiento en carne propia, en tu piel, en tu vida diaria, cuando conoces a la clase trabajadora, porque tus propios padres son de clase trabajadora, hay una relación visceral al respecto” afirma.
Onfray comenzó a trabajar a los 16 años en un granero y en una fábrica de quesos. Aunque reconoce que no tuvo “una gran experiencia laboral” en cuanto a trabajos físicos; aclara que sí tuvo el suficiente conocimiento de cómo era trabajar en esas condiciones. “Sufrir, estar en la lona y oler mal después de ocho horas de trabajo al día”.
Actualmente, el pensador francés se reconoce ateo no solo en el campo de la religión. “Soy ateo en asuntos de trascendencia” afirma. Su rechazo a los dogmas se basa en que “nuestra vida no debe estar dedicada al sufrimiento y al dolor. El cristianismo, el Islam y otras religiones odian el deseo, los placeres y las pasiones, las mujeres”. “El júbilo de estas religiones nos invita a odiar el cuerpo” resalta.
Este ateísmo lo lleva claramente a declararse hedonista y a negar la posibilidad de una vida espiritual. “Creo que solo hay materia y arreglos de átomos. ¿Y a qué se llama el alma y a qué se llama el espíritu? Nos encontramos con que no tenemos nada que ver con lo inmaterial” concluye.