En una definición sumamente reñida donde cada voto cuenta, Ignacio Lula da Silva aventaja a Jair Bolsonaro por un escaso margen en las elecciones presidenciales. Con el 90% de los votos escrutados, el ex presidente obtiene el 47,12% de los sufragios mientras que su oponente, el líder del partido liberal, fue votado por el 44,32% de los ciudadanos.
El resultado sorprendió a los brasileños que daban por sentado que Lula ganaría en primera vuelta. De hecho, todas las encuestas descartaban la posibilidad de un ballotage debido a la amplia diferencia en la intención de voto entre ambos candidatos. Cuando comenzó el conteo de votos la sorpresa fue aún mayor porque Bolsonaro se imponía con una diferencia de siete puntos. A medida que avanzaba el escrutinio, la distancia se fue achicando y, finalmente, Lula sobrepasó al actual presidente por un ajustado margen.
Como era de esperarse, el resto de los candidatos sacaron muchos menos votos que los principales contendientes. Simone Tebet, del Movimiento Democrático Brasileño y Ciro Gomes, del Partido Democrático Laborista obtuvieron un magro 4 y 3%, respectivamente mientras que los otros siete candidatos no superaron el 1%.
En esta elección se elegía, además de presidente, 27 gobernadores, 513 diputados, un tercio del Senado y la renovación de los representantes en las asambleas legislativas regionales. Según el padrón, 156,4 millones de brasileños estaban habilitados para emitir el voto.