Momentos de pánico y de mucha incertidumbre vivió Jayne Carpenter. Acudió al hospital por una tos fuerte, pero su cuadro se fue agravando hasta quedar en coma.
Ella sufrió una infección y posterior sepsis, que la llevó a un estado crítico en el que tuvieron que amputarle ambas piernas, el brazo izquierdo y cuatro dedos de la mano derecha.
Al principio, los médicos pensaron que la mujer de 51 años tenía neumonía, sin embargo, cayó en coma y fue ahí que pudieron palpar la gravedad de su condición.
“Ha sido completamente devastador y ha cambiado mi vida. Tener sepsis es algo que nunca predices que te sucederá. (…) No he dejado que me derrote, pero tengo mis momentos oscuros“, señaló Carpenter, quien vive en la localidad de Merthyr Tydfil, en Gales.
La mujer, que emprendió una campaña solidaria para poder financiarse las prótesis, rememoró sus días antes de sufrir las amputaciones. “Tuve una tos bastante fuerte y estaba tosiendo flema de color oscuro. Estaba empeorando y pensé que era un virus. Al día siguiente me desperté y sentí que me faltaba el aliento y que no podía caminar a ninguna parte. Pensé que era una tos, como enfermera pensé que era algo bastante trivial, así que no quería armar un escándalo”, afirmó en declaraciones a Metro.
Pero como la situación se fue empeorando, los médicos le dijeron a su esposo Robert que Carpenter moriría a menos que sufriera una amputación cuádruple. Y así ocurrió 9 semanas después de haber ingresado al hospital.
“Es como un proceso de duelo, me he afligido por la vida que una vez tuve y la capacidad de hacer muchas de las pequeñas cosas que dan por sentado, como poder nadar. No puedo ponerme mis propias joyas, confío en que mi esposo se ponga mis zapatos, me quita la feminidad (…) Trato de hacer todo lo que puedo pero tengo que pedirle a Robert que haga muchas cosas, ha sido una verdadera roca“, concluyó.
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