El 13 de abril de 2013, Akechai y Laksana Tiranarat se besaron ininterrumpidamente durante 58 horas, 35 minutos y 58 segundos, récord absoluto, claro. Sucedió en un certamen de Tailandia donde participan personas casadas o con noviazgos certificados por sus padres. En relación a esa marca, se decretó que se celebraría el Día Internacional del Beso.
En ese marco, Gleeden realiza una encuesta anual. La plataforma de encuentros informales diseñada por un grupo de mujeres trabajó con una base de datos de 12.000 personas esta vez, donde el 68% advirtió que besa menos desde que comenzó la cuarentena por el coronavirus. Incluso, el 63% de esa masa expuso que no ha dado ni un solo beso en este período. ¿El resto? Ese 37% sí besó, mientras que un 26% lo hizo con su pareja y el 9% con su mascota.
Una aclaración importante es que el beso no es sólo en la boca y con una pareja, sino que cuentan también aquellos en la mejilla, la frente, la mano, y no varía según el receptor del mismo.
El principal motivo de este bajo porcentaje de besadores tiene que ver, obvio, con el confinamiento y con la responsabilidad asumida: hay miedo al contagio y existe una imposibilidad por estar en familia las 24 horas del día.
Si bien los expertos explicaron que besar fortalece al sistema inmunológico -reduce la presión arterial, disminuye el colesterol en sangre, alivia el estrés y elimina endorfinas-, el riesgo de contagio de COVID-19 es absoluto.