Además de saber cocinar, para ser una personalidad en el mundo de la gastronomía televisiva es necesario tener la capacidad de transmitir conocimiento, así como ser una buena compañía.
Hay un no sé qué escondido en las grandes estrellas de la cocina como Doña Petrona o Julia Child, que va mucho más allá de la destreza a la hora de hacer un platillo.
Su simpatía, su humor y su increíble conocimiento fueron factores que hicieron que Blanca Cotta se destacara desde un principio, y le permitieron adentrarse en millones de hogares con sus maravillosas recetas y su particular estilo a la hora de transmitirlas.
Es por esta razón que su fallecimiento a los 94 años entristece a quienes llegaron a conocerla a través de sus sabores.
Nacida el 14 de marzo de 1925, desde pequeña Blanca mostró su fascinación por enseñar, llegando a recibirse de maestra con medalla de oro y a formarse en el profesorado de Letras.
De a poco fue acercándose al mundo de la gastronomía y en los años 60 llegó a ser una de las pioneras en los programas dedicados al desempeñarse como jefa de redacción y guionista del programa “Buenas tardes, mucho gusto”.
Durante ese tiempo pudo trabajar con importantes personalidades de la cocina como Doña Petrona, Cholly Berreteaga, Marta Beines, Chichita de Erquiaga, Ketty de Pirolo y Miriam Becker.
Más tarde, incursionó en el sector editorial; desde editora de la sección “Comiditas” en la revista infantil “Anteojito y Antifaz” hasta varias secciones y suplementos en el diario Clarín y en la revista Viva.
Desde sus inicios, Blanca supo transmitir su amor con sabores y recetas que perpetuarán en el tiempo, como su memoria.