El pasado martes, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires anunció que efectuarán una nueva compra de 30 pistolas Taser, que se sumarán próximamente a las 60 que ya están siendo manipuladas por las fuerzas de seguridad local: actualmente, la Policía está realizando un “entrenamiento” para su correcta utilización. En los días venideros, los oficiales podrán trabajar con dicha herramienta que había sido muy cuestionada por el oficialismo.
El Jefe de Gabinete porteño, Felipe Miguel, dialogó con Jorge Fontevecchia, e informó que, además, se compraron un total de 500 pistolas (“no Taser“, según remarcó), pero con la misma característica de ser de “baja letalidad”, con el objetivo de “neutralziar personas que están muy desboradas o violentas”.
Tal como explicó el entrevistado, la diferencia radica en los “distintos mecanismos” que presentan entre sí: tiene que ver con unos proyectiles que funcionan con aire comprimida, de plástico macizo, que son de impacto o, también, que pueden tener algún gas irritante.
La reflexión de Miguel respecto de esta inversión fue que “no va a resolver todos los problemas” que se plantean en materia de seguridad; no obstante, las considera como “herramientas adicionales” para una Policía que “tiene que enfrentar una diversidad de situaciones”, desde su visión, “con más y mejores alternativas” para hacerles frente al cumplir con su labor.