El inventor argentino y estudiante de ingeniería electrónica, Gino Tubaro, conversó con Jorge Fontevecchia en Periodismo Puro sobre los alcances y la importancia de esta tecnología revolucionaria dentro del país y del mundo.
Este joven de 25 años que recibió dos premios de la Organización Munidal de Propiedad Intelectual, desde chico desarmaba los artefactos de su hogar para realizar prototipos: “Agarraba un cuchillo, lo metía a la hornalla y cortaba los aparatos de mi casa y los rompía intentando descubrir qué había adentro y cómo funcionaban“.
Oriundo de Pompeya, Tubaro fundó “Atomic Lab”, una plataforma solidaria conformada por voluntarios fijos y transitorios que trabajan en 44 países realizando diversas actividades como imprimir prótesis 3D, un Braille dinámico que traduce texto plano a Braille, entre muchas cosas: “Esa pasión como la que yo tengo vistiendo la camiseta, es la que mueve a los chicos en mi equipo a estar hasta las 5 de la mañana trabajando porque tienen ganas de buscar ese cambio social“, contó.
Esta bicorp funciona además junto a organizaciones, penales, escuelas, hospitales que posean impresoras 3D o que se les puedan facilitar, y así realizar todo el proceso con la guía de la organización con el fin de imprimir objetos que les sean de utilidad, desde prótesis de manos para personas con enfermedades o que hallan sufrido accidentes hasta elementos que componen un auto, para hacerlo más liviano, económico, ecológico y rendidor respecto a la nafta.
El funcionamiento es “por orden de llegada” y no realizan diferenciación de ningún tipo a la hora de elegir a quiénes otorgarles las piezas: “Por eso es que nunca les pedimos foto de la cara, no le pedimos contexto sociocultural ni ningún criterio por el estilo”.
En cuanto al funcionamiento, Tubaro explicó que no es una empresa que le vende a un usuario, sino que le facilita el producto a aquellos que lo necesitan, sin cobro alguno: “Es medio hippie, pero cuando uno es apasionado por un producto o un proyecto o una marca o lo que fuese, o vende ese producto, o lo dona, o busca una forma filantrópica de financiamiento para desarrollar soluciones que son 100% aplicadas a la sociedad”.
Y dicho capital lo obtienen con eventos privados donde se convocan a marcas reconocidas que aportan material o dinero para desarrollar los proyectos: “No tenemos apoyo de Estado; nos apoyan empresas, voluntarios y otras organizaciones. Hay mucha burocracia, es muy complicado“, explicó.
Para el futuro cercano, con su equipo se encuentran desplegando ideas sobre cómo lograr armar una impresora 3D solar que funcione con materiales reciclados.
Es un joven que intenta buscar soluciones para esquivar las barreras que le aparecen en el camino: “Siento que todavía tenemos algo más para dar en el país. Espero que no sigamos sufriendo todas estas burocracias que nos impidan avanzar como emprendedores. También es cierto que tanto mi equipo como yo diariamente tenemos muchas cosas que resolver. Desde algo tan sencillo como el precio de una prótesis. Nosotros las estamos donando. Energía para hacer nos queda y esperamos poder seguir devolviéndola“.