Como era habitual, una mujer australiana de 76 años, realizaba las tareas hogareñas en su granja: arreglaba la huerta y alimentaba a los animales, entre otras cosas. Lo que menos iba a imaginar, era que la propia naturaleza terminaría con su vida.
Cuando entró al gallinero para recoger los huevos, un gallo la atacó a picotazos y provocó su trágica muerte. La agresión fatal fue puntualmente en su pierna izquierda, hiriendo las venas varicosas, por lo que la mujer se desangró a los pocos minutos. Así lo reveló la autopsia incluida en un informe publicado en la revista ‘Forensic Science, Medicine and Pathology’, en el también explicaron cómo incluso los animales más pequeños y menos peligrosos pueden causar heridas mortales, según el profesor de la Universidad de Adelaida Roger Byard y la patóloga forense Judith Fronczek.
Los expertos caracterizaron este insólito hecho como “un ataque raro” ya que los gallos no suelen hacerle daño a los humanos, aunque -de todos modos- hay que estar alerta cuando se está dentro de espacios cerrados ya que son aves territoriales.