Netflix es una de las plataformas líderes mundiales. En su catálogo podemos encontrarnos con películas de producción propia que son altamente olvidables, así como otros títulos de autor que han llegado a competir en los Oscar y ganar el respeto de la crítica; además, el catálogo del gigante de la N está repleto de conenido descartable y esto es lo que se plantea en “Black Mirror”.
La serie de ciencia ficción acaba de estrenar su sexta temporada y el público respondió muy positivamente, ya que se encuentra en el puesto dos de lo más visto del servicio de streaming. En los cinco capítulos que integran esta nueva entrega ha llamado la atención que la temática de las plataformas tiene gran centralidad.
Espectíficamente en los capítulos 1 y 2, titulados “Joan es horrible” y “Loch Henry”, la serie plantea que las plataformas pueden convertirse en un peligro para los espectadores. De hecho usan el nombre “Streamberry” pero con un logo muy similar a Netflix, por lo que la crítica está a la vista.
En el primer capítulo vemos cómo la vida de una mujer se convierte en una verdadera pesadilla cuando su cotidianidad comienza a ser transmitida por streaming y en el segundo nos cuentan la historia de un cineasta que es pisoteado por la plataforma cuando busca contar una escalofriante sobre su familia.
Lo cierto es que “Black Mirror”, de la mano de Netflix, nos está mostrando sus propias monstruosidades y también sus miserias, la forma de producir contenido por fuera de todo proceso artístico, sino enfocada en el consumo y el sensacionalismo.