Los 5 asesinos más famosos de Argentina
A poco del estreno de la película "El Ángel" sobre la vida de Robledo Puch, te compartimos una lista de los casos de los criminales cuyas historias marcaron al país.
Varios nombres quedaron grabados en la memoria de nuestro país por sus antecedentes criminales. Ya sea por dinero o por el simple placer de verse victimarios, los asesinos argentinos muestran las aberraciones que puede llegar a realizar una persona.
Hoy te traemos una lista con 5 homicidas que llenaron las primeras planas de los diarios y atemorizaron a la Argentina con sus atroces crímenes.
Robledo Puch
Después de examinar a Robledo Puch, el perito Osvaldo Raffo concluyó que era un psicópata cruel y desalmado incurable. “Nació y morirá psicópata: sus padres no tuvieron la culpa por eso”, dictaminó el forense. Es que entre el 15 de marzo de 1971 y el 1º de febrero de 1972 este joven de clase media acomodada al que apodaban “cara de ángel” mató a 11 personas.
En 1980, fue condenado a reclusión perpetua por tiempo indeterminado por ser el autor de 36 delitos: once homicidios, una tentativa de homicidio calificado, 17 robos, dos hurtos, dos violaciones, un intento de violación y dos raptos. El día en el que le leerían su sentencia, Robledo dijo frente a los presentes “Esto es un circo romano. Algún día voy a salir y los voy a matar a todos”.
Cayetano Santos Godino
Conocido popularmente como el Petiso Orejudo, Cayetano Santos Godino es uno de los asesinos argentinos que más llama la atención porque comenzó su actividad criminal con tan solo 8 años, atacando y llegando a matar a otros niños. Con el tiempo, su figura fue convirtiéndose en un mito que los padres usaban para asustar a sus hijos.
Cayetano presenta una historia triste que comparten muchos asesinos seriales. Con nueve hermanos y siendo hijo de inmigrantes italianos, vivió en primera persona el abuso en manos de su padre y sus hermanos, quienes lo golpeaban constantemente. Desde temprana edad desarrolló rasgos de personalidad violentos que lo llevaron a intentar matar a golpes a Miguel de Paoli, Roberto Carmelo Russo, Ana Neri y a Severino Gonzales. No puedo cumplir su cometido en ninguno de los casos anteriores porque siempre aparecía en la escena alguien para descubrirlo.
Cuando cumplió 15 años, en 1912, el Petiso Orejudo mataría a sus primeras víctimas: Arturo Laurora de 13 años, asesinado por golpes y estrangulación, y Reina Bonita Vainicoff de 5 años, a quien prendió fuego. Unos meses después fue el turno de Jesualdo Giordano, a quien estranguló con un piolín. Su último crimen fue el que finalmente lo puso en manos de la Justicia.
Francisco Antonio Laureana
Se cree que Francisco Antonio Laureana, conocido como el “Sátiro de San Isidro”, asesinó a 13 mujeres entre 1974 y 1975. Un factor distinguido de este criminal fue la puntualidad. Durante un lapso de 6 meses desaparecieron mujeres o niñas los días miércoles y jueves al rededor de las 6 de la tarde y sus cuerpos sin vida fueron encontrados en terrenos baldíos. El modus operandi del asesino era siempre el mismo: las violaba antes de estrangularlas o dispararles con su revolver calibre 32.
Como muchos asesinos seriales de la historia, Laureana conservaba pertenencias de las víctimas a modo de souvenir, como anillos, pulseras o cadenas, y las guardaba en una bota en su casa como si fuesen “trofeos”.
El sátiro fue atrapado porque una niña pudo reconocerlo en la calle gracias a un identikit realizado con la descripción de un testigo que lo vio escapar de una de las escenas del crimen.
Según el informe policial, cuando los oficiales abordaron al sospechoso para interrogarlo, este sacó un arma de fuego de su bolso y comenzó un tiroteo del que escapó herido. Finalmente, la policía encontró al criminal escondido en un gallinero cercano y lo acribilló en el lugar.
Mateo Banks
Descendiente de irlandeses, Mateo Banks fue apodado en la crónica policial de la época como “Mateocho”, por el número de personas que asesinó el 18 de abril de 1922 en la estancia “Buena Suerte” de Azul. Entre las víctimas estuvieron sus tres hermanos, Dionisio, Miguel y María Ana; sus dos sobrinas Sara y Cecilia; su cuñada Juana Dillon y dos de sus peones, Juan Gaitán y Claudio Loiza. Aunque en un principio el criminal dijo que las muertes habían sido el resultado de un robo, la policía pudo determinar más tarde que la matanza había sido ideada por cuestiones económicas, ya que Banks tenía deudas por su adicción al juego.
Yiya Murano
Probablemente uno de los casos más famosos de la historia criminalística del país es el de “la envenenadora de Monserrat”. Acusada de al menos tres cargos por homicidio y estafa, el modus operandi de Yiya Murano se repitió en sus tres víctimas mortales. La criminal presentaba “oportunidades de inversión” a sus amigas para mantener un estilo de vida ostentoso y cuando estas comenzaban a preguntar por su dinero las envenenaba poniéndoles cianuro en el té. Así fue como entre febrero y marzo de 1979 mató a tres mujeres.