Astrónomos encuentran dos agujeros negros gigantes en vías de fusionarse
Un equipo de investigadores encontró señales de un agujero negro que tiene un compañero en órbita cercana y estaría en vías de fusionarse.
La Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio, más conocida como NASA, anunció que un agujero negro supermasivo a 9 mil millones de años luz de distancia parece tener un agujero negro compañero orbitando a su alrededor.
La primera imagen de un agujero negro fue el logro en el 2019. Éste se ubica en el centro de la galaxia Messier 87, a una distancia de 55 millones de años luz, y tiene la monstruosa masa de 6.500 millones de soles. Estos agujeros negros supermasivos tienen millones de veces la masa del Sol y se encuentran en el corazón de de las galaxias. Si bien se cree que la mayoría resultó de al menos una fusión entre dos agujeros negros más pequeños, los científicos todavía no habían podido comprobarlo.
Un nuevo informe publicado en The Astrophysical Journal Letters por un equipo de investigadores informó signos de un agujero negro que tiene un compañero en órbita cercana. El enorme dúo, llamado binario, se orbitan entre sí cada dos años. Los científicos, midieron el diámetro de la órbita del binario y es de 10 a 100 veces más pequeño que el del único otro binario supermasivo conocido, y el par se fusionará en aproximadamente 10.000 años.
Aunque puede parecer un montón de tiempo, tomaría un total de alrededor de 100 millones de años para comenzar a orbitar entre sí y finalmente fusionarse. Se cree que ya están a más del 99% del camino hacia una colisión. Las evidencias de esto provienen de las observaciones de los radiotelescopios ubicados en la Tierra y, particularmente, de que el brillo del material que expulsa uno de esos agujeros (recordemos que estos por si mismos no emiten luz) muestra altibajos regulares. Según creen los investigadores, esta variación regular es el resultado de un segundo agujero negro que tira del primero mientras se orbitan entre sí cada dos años.
El equipo tuvo que observar más de una década (de 2008 a 2019) los datos del Observatorio Owens Valley y del Radio Observatorio de la Universidad de Michigan (1980 a 2012). La historia se habría detenido allí, pero luego, Sandra O’Neill, autora principal, retomó el proyecto en junio de 2021 y descubrieron datos adicionales del Observatorio Haystack (1975 a 1983), que coincidían con las predicciones de cómo el brillo fluctuaba con el tiempo.
“Este trabajo es un testimonio de la importancia de la perseverancia”, dijo Joseph Lazio, del Jet Propulsion Laboratory de la NASA y autor. “Se necesitaron 45 años de observaciones de radio para producir este resultado. Pequeños equipos, en diferentes observatorios en todo el país, tomaron datos semana tras semana, mes tras mes, para hacer esto posible”.